Gracias infinitas a Mingyur Rinpoche por compartir su experiencia con los ataques de ansiedad y por facilitarnos los recursos que le ayudaron a salir adelante. También gracias a la revista Lion’s Roar por divulgarlo para beneficio de todas las personas, tanto para las que puedan sentirse identificadas, como para aquellas que quieren ayudar a los demás ante un malestar tan desbordante como la ansiedad desbocada.
Los ataques de pánico o la ansiedad elevada crónica son vivencias invalidantes que nos impiden vivir con cierta normalidad y naturalidad; sin embargo, con sus palabras Mingyur Rinpoche nos abre una puerta a la esperanza de que se puede vivir una existencia amable incluso teniendo que transitar episodios de angustia y dolor.
Es reconfortante saber que no estamos solos y que seres con tanta sabiduría y templanza, como este maestro, tienen estas vivencias y tienen el valor de compartirlo con los demás. Nos ayuda a sentir que no somos personas extrañas o que hay algo que falla en nosotros. Nos humaniza y nos dignifica, a la vez que nos ayuda a dejar atrás la vergüenza y a validar una vivencia humana dolorosa que cada vez es más generalizada.
Hay momentos en los que la ansiedad surge de nuestro interior sin un motivo aparente, no sabemos su causa; en otras ocasiones tiene explicación en un acontecimiento concreto como una pérdida, una enfermedad, problemas laborales, económicos o de relación; a veces, es simplemente soledad o la imposibilidad de sentirnos recogidos o amados. Pueden haber innumerables disparadores y las causas y condiciones que intervienen en su origen pueden ser infinitas. Pero Mingyur Rinpoche nos orienta en una dirección que trasciende el enfoque habitual de preguntarnos el porqué y de adoptar una posición de confrontación y lucha, simplemente nos invita a tener una actitud de escucha y amabilidad con nosotros mismos y con nuestra ansiedad. Nos acompaña a tener presente que somos más que ella y nos transmite la experiencia de que podemos evocar la calma que habita en nuestro interior incluso en los momentos más tempestuosos.